martes, 8 de junio de 2010

Las pequeñas cosas

Era feliz. Había conseguido volver a ser feliz. Él no estaba pero poco importaba ya eso, porque había vuelto a sonreír...

Era sábado y al mirar su horroroso despertador al que nunca se le agotaban las pilas se dió cuenta de que ya hacía muchas horas que debía estar metida entre los miles de apuntes que le esperaban en su escritorio, pero no importaba porque lo único que deseaba era llegar a la cocina llena de platos sucios de la cena de anoche y de miles de recuerdos que limpiar encima de la encimera, para disfrutar de una rebanada de pan caliente con mantequilla.

5 llamadas perdidas de su pasado en el móvil, pero estaba tan sorda que lo único que era capaz de escuchar era su canción favorita tan tan alta que no se oía lo que pensaba, la existencia del suelo en su habitación era substituida por su edredón que le había dado una noche de... dormir, simplemente dormir felizmente...

Pensó que aquel sería un buen día porque hoy iba a mirar al mundo desde sus altísimos tacones rojos, y que desde allí arriba todo se ve distinto.

Ya había olvidado por completo que aquel día hacia un 1 año que había él había desaparecido, se había ido, la había dejado sola... pero daba igual, porque se sentía guapa.

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